Federico Müggenburg
Ayer primer domingo de
Pascua, el Papa Francisco ha realizado la solemne proclamación de que los Papas
Juan XXIII y Juan Pablo II son santos. Hay quienes los consideran papas
contradictorios, a uno por haber convocado un concilio sin las debidas
facultades para hacerlo, lo que no es cierto. Y al otro por ser protector de
pederastas, particularmente de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de
Cristo. No hay nada más falso en estas apreciaciones, Los antecedentes del caso
vienen de lejos, desde los tiempos en que el Cardenal Franz König manifestó su
enemistad con el Papa Juan Pablo II, hecho que se pudo constatar en el
aeropuerto de Viena, durante la despedida al Papa por su viaje a Austria. König
sentía rencor porque el Papa no tomó en cuenta el nombre de su candidato a
sucederlo y se pronunció por Hans Hermann Groër, benedictino, a quien acusó de
haber abusado de jóvenes novicios en el convento de los benedictinos en
Austria. Gröer gozaba de la confianza de muchos refugiados polacos en Viena y
el Papa escuchó su parecer y se decidió por él.
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