¿QUÉ SUCEDIÓ EN EL SÍNODO DE LA FAMILIA?
En
2013 el Papa Francisco convocó al Sínodo de la Familia. Para la preparación
del mismo se enviaron a todas las
Diócesis preguntas que ayudaron a analizar la situación actual de la familia.
Con las respuestas de todo el mundo se elaboró el Instrumentum Laboris, que fue
la base para los trabajos de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo
de los Obispos (Sínodo Extraordinario de la Familia) realizado en octubre de
2014.
El
Sínodo Extraordinario de la Familia se centró en “Los desafíos pastorales de la
familia en el contexto de la evangelización”. El documento final es la Relatio
Synodi.
Con
el fin de profundizar en la Relatio Synodi y preparar el Sínodo de la Familia
se agregó una serie de preguntas y se envió a todas las Conferencias
Episcopales y a la Unión de Superiores Generales. También se invitó a todo el
Pueblo de Dios a participar en este proceso de análisis y reflexión.
El
Sínodo de la Familia, que se llevó a cabo del 4 al 25 de octubre de este
año, despertó un gran interés no sólo en
ambientes eclesiales, sino también por parte de los medios de comunicación y la
sociedad civil. En él se analizaron tres grandes temas: La escucha de los
desafíos que afronta la familia, el discernimiento de su vocación, y su misión
en el mundo actual.
Participaron
74 Cardenales, 6 Patriarcas, 1 Arzobispo Mayor, 72 Arzobispos, 102 Obispos, 2
Párrocos y 13 religiosos. De ellos 54 eran de África, 64 de América, 36 de
Asia, 107 de Europa y 9 de Oceanía. También participaron 18 matrimonios.
De
México asistieron Mons. Alfonso Gerardo Miranda Guardiola, Obispo Auxiliar de
la Arquidiócesis de Monterrey, el Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo
Primado de México, el Cardenal Francisco Robles Ortega, Arzobispo de
Guadalajara, el Obispo Rodrigo Aguilar Martínez, Obispo de Tehuacán, el
Arzobispo de Morelia Mons. Alberto Suárez Inda y el Obispo de Piedras Negras
Monseñor Alonso Gerardo Garza Treviño.
El
Sínodo fue inaugurado por el Papa Francisco el 4 de octubre de este año con una
solemne Misa en la Basílica de San Pedro. En su
mensaje dijo que “Éste es el sueño de Dios para su criatura predilecta: verla
realizada en la unión de amor entre hombre y mujer; feliz en el camino común,
fecunda en la donación recíproca”. También habló del drama de la soledad, del
amor entre el hombre y la mujer exhortando “a superar toda forma de individualismo y de legalismo, que esconde un
mezquino egoísmo y el miedo de aceptar el significado auténtico de la pareja y
de la sexualidad humana en el plan de Dios”,
y de la misión de la Iglesia de defender la verdad sobre la familia y la vida.
El
segundo día, el Cardenal Peter Erdó, Arzobispo de Budapest (Hungría), dio el
mensaje de Introducción a los trabajos del Sínodo, enumerando las razones por
las que es importante defender la familia cristiana. El Cardenal Erdó señaló
que la familia es la que ofrece realmente la posibilidad de desarrollo a la
persona humana.
A partir
del 6 de octubre los Padres Sinodales trabajaron en “Círculos Menores”. Son
grupos pequeños de trabajo conformados por 20 personas y agrupados según
idiomas: uno en alemán, 3 en español, 4 en inglés, 2 en italiano y 3 en
francés. La primer semana se dedicó al tema de
“La escucha de los desafíos sobre la familia”, la segunda semana a “El
discernimiento de la vocación familiar” y la tercer semana se reflexionó sobre
“La misión de la familia hoy”.
Además
del trabajo en los Círculos Menores había Congregaciones Generales en las que
los participantes tenían tres minutos cada uno para compartir su aporte al
Sínodo.
Primer
semana: “La escucha de los desafíos de la familia”
En la
primer semana del Sínodo los Padres Sinodales señalaron la “revolución
cultural” que estamos viviendo y la necesidad de que la Iglesia acompañe con
paciencia y humildad al pueblo de Dios para encontrar respuestas que le ayuden
a vivir mejor la fe cristiana.
Indicaron
que el individualismo y relativismo moral de la cultura moderna son contrarios
a la convicción católica de que el hombre está hecho para la relación con los
demás a imagen de Dios-Trinidad. La familia es más que la base de la unidad
social, es la matriz de la persona humana.
Subrayaron
que las catequesis del Papa Francisco en las audiencias generales han
proporcionado una manera positiva y clara de hablar sobre la realidad de la
familia. Destacaron el mensaje del Papa en el Encuentro Mundial de las Familias,
realizado en Filadelfia del 22 al 27 de septiembre de 2015, quien señaló que
“Dios entró al mundo por una familia y pudo hacerlo porque esa familia era una
familia que tenía el corazón abierto al amor.”
Se
indicó la importancia de los abuelos en la trasmisión de la fe.
Se
habló del desafío de la migración y de la importancia de reconocer en la
familia una gran comunidad que acoge y sostiene con su solidaridad a otras
familias en dificultad. También se trató la situación desgarradora de las
familias de los países en guerra como Irak y Siria.
Se
señalaron los peligros de la ideología de género y la necesidad de una pastoral
que permita comprender mejor la importancia del vínculo matrimonial. Los Padres
Sinodales africanos denunciaron el intento de
algunos países occidentales de condicionar la ayuda económica a cambio de la
aceptación de legislaciones que van en contra de los valores del continente
africano, como las relacionadas a las uniones homosexuales y el uso de
anticonceptivos. Señalaron que la Iglesia en África no aceptará una “colonización
ideológica” en estos temas.
Se
habló del desafío que representa hoy la preparación al matrimonio, además del
hecho de que en la cultura actual se ha roto la relación entre amor,
sexualidad, matrimonio, familia y educación de los hijos.
Los
Padres Sinodales pidieron no caer en posturas pesimistas. El Sínodo analiza los
desafíos, pero también la esperanza que representa la familia, cómo ésta se
involucra en la evangelización y cómo puede desarrollar el ministerio de ayudar
a otras familias en dificultad.
Respecto
del Instrumentum Laboris algunos señalaron que el texto destaca una
problemática muy occidental y se pidió utilizar un lenguaje más sencillo. Se
recordó que es sólo un instrumento de trabajo del que saldrá un documento
nuevo.
Segunda
semana: “El discernimiento de la vocación familiar”
Durante
la segunda semana del Sínodo los temas se centraron en la unidad y la indisolubilidad del
matrimonio, la preparación al sacramento y cómo acompañar a las parejas en
crisis.
Se propuso hacer un esfuerzo mayor para mostrar
la belleza del amor para siempre y buscar nuevos caminos para preservar los
valores de la familia; los valores que se viven en familia se van extendiendo y
se convierten en valores de la comunidad. Pero, si la familia está enferma, la
sociedad se enferma, así que hay que buscar las soluciones más adecuadas para
protegerla.
Se señaló la importancia de infundir en las
familias la valentía que necesitan para no rendirse ante las dificultades. Pero
también de impulsar y promover la protección que necesitan, especialmente
cuando se encuentran vulnerables.
Varias participaciones hicieron hincapié en que la Iglesia debe
trasmitir que la sexualidad no es un camino de pecado sino de amor cuando se
integra en el compromiso del matrimonio. Se señaló que es necesario que los
padres la expliquen a sus hijos mostrando su aspecto positivo.
Algunas intervenciones denunciaron el “martirio
silencioso” que sufren las víctimas de abuso sexual, el incesto y la violencia
al interior de muchas familias constatando los terribles efectos de la mala
educación sexual y la influencia de los medios de comunicación.
La realidad de los niños abandonados y de las
madres solteras plantea un desafío para las instituciones en todos los niveles.
Se subrayó la necesidad de profundizar en la
Encíclica Humanae Vitae y la paternidad responsable.
Se insistió en la importancia de la
preparación al matrimonio y en un acompañamiento personal y cercano. En la
necesidad de un plan pastoral para preparar al matrimonio a las parejas que ya
conviven establemente, así como para aquellos jóvenes que han perdido la credibilidad
en un amor para siempre. Una pastoral que les muestre que casarse para toda la
vida no limita la existencia sino que la hace más rica y plena.
Otras intervenciones han hablado de cómo
acompañar a los matrimonios en crisis y que están en riesgo de separación, y de
si los divorciados vueltos a casar pueden recibir la comunión en algunas
circunstancias extraordinarias.
También se ha señalado la necesidad de
utilizar un lenguaje más sencillo y accesible. Un lenguaje de la calidez y el
amor basado en la misericordia.
Se insistió en que, tanto para llamar a los
jóvenes a prepararse en la fidelidad y el amor, como para acompañar a las
familias en las diferentes circunstancias y que no se sientan abandonadas por
la Iglesia, es necesario dar un salto cualitativo en la pastoral familiar.
Tercer semana:
“La misión de la familia hoy”.
En esta semana
los Padres Sinodales analizaron la tercera parte del Instrumentum Laboris que trata de la situación de las familias irregulares,
de la admisión a la comunión de los divorciados que se han vuelto a casar, del
acompañamiento de las personas homosexuales y de la paternidad responsable.
Hay muchas familias que se
sienten alejadas de la ideal: familias divididas, familias monoparentales,
familias en las que nunca hubo matrimonio. No se puede pensar en descartarlas;
es necesario buscar los caminos que las acerquen a Dios.
Respecto a los divorciados y
vueltos a casar civilmente hubo un acuerdo general en que se necesita
proporcionar un acompañamiento pastoral más eficaz. Se tienen que dar muestras
de que se ha escuchado el “grito” de tanta gente que sufre y pide participar lo
más plenamente posible en la vida de la Iglesia.
La condición de las personas homosexuales se enfocó sobre
todo desde la perspectiva del contexto familiar. Se insistió en que es un tema
que se debe abordar como pastores que buscan comprender la realidad de la vida
de las personas. Se pidió que el documento final del Sínodo incluyese una
afirmación clara de la enseñanza de la Iglesia de que las uniones del mismo
sexo no son en modo alguno equivalentes al matrimonio
Se señaló que el tema de la paternidad responsable es de gran
importancia para el respeto a la dignidad de la persona y de la vida.
Los Padres Sinodales concluyeron que: ''El tema de la
misericordia ha atravesado el Sínodo, interpelando nuestro ministerio pastoral,
conscientes de que el misterio de la Encarnación expresa con plenitud la
voluntad salvífica de Dios. Esta determinación divina ha sido confiada también
a nuestra misión y a los medios sacramentales que encuentran su adecuada
hermenéutica en el significado de ser llamamiento a la conversión, apoyo,
medicina, socorro para nuestra salvación''.
El jueves de la tercera semana se eligieron a 12 obispos del
Sínodo que, junto con otras tres personas, constituyeron el “Consejo”, que
tiene entre sus funciones asegurar que se pongan en práctica las conclusiones
del Sínodo. Ese día se entregó, a todos los asistentes, el documento para su
revisión, y el sábado se realizó la votación para su aprobación. Según el reglamento del Sínodo, las propuestas son aprobadas si
consiguen dos terceras partes de los votos, o rechazadas si así se decide por
mayoría absoluta.
El
Documento Final (Relatio Synodi), aprobado por unanimidad, fue entregado al
Papa Francisco con la petición de los Padres Sinodales de considerar la
posibilidad de que emita un documento sobre la familia.
El
sábado 24 de octubre el Papa dio un mensaje final a los participantes.
El Sínodo de la Familia concluyó el 25 de octubre con una misa
solemne en la Basílica de San Pedro que presidió el Papa Francisco.
CONCLUSIONES DE MANERA
GENERAL:
1.- ¿QUÉ PERMANECIÓ?
El Sínodo de la Familia
reafirmó la doctrina sobre la fidelidad e indisolubilidad del matrimonio y la
apertura a la vida.
La familia es imagen de
la Santísima Trinidad: comunión de Personas y un Misterio del que proviene todo
amor verdadero. La irrevocable fidelidad de Dios a la alianza es el fundamento
de la indisolubilidad del matrimonio.
El objetivo de la vida
conyugal no es vivir juntos, sino amarse para siempre. El amor requiere la
fiabilidad de una promesa de continuidad, en las buenas y en las malas, de una
reciprocidad en el tiempo. El Señor une los corazones de dos personas que se
aman y los une en una alianza que permanece. El amor completo y profundo entre
los cónyuges no se basa sólo en las capacidades humanas; Dios sostiene esta alianza
con la fuerza de su Espíritu.
El Sínodo agradeció
al Señor por la generosa fidelidad con la que tantas familias cristianas responden a su vocación y misión, incluso ante los
obstáculos, las incomprensiones y los sufrimientos. Ellas hacen creíble la belleza del matrimonio indisoluble y fiel para
siempre.
El Creador ha hecho partícipes al
hombre y a la mujer en su obra de su creación y al mismo tiempo los ha hecho
instrumentos de su amor, confiándoles a su responsabilidad el futuro de la humanidad a través de la
transmisión de la vida humana. La apertura a la vida es exigencia intrínseca
del amor conyugal.
El ejemplo de
Jesús es paradigmático para la Iglesia. El Hijo de Dios vino al mundo en una
familia. Y pudo hacerlo porque era una familia que tenía un corazón abierto al
amor, una familia que tenía las puertas abiertas.
A pesar de la
crisis de la institución familiar en diversos contextos, el deseo de la familia
permanece en los jóvenes, más allá de fronteras culturales y religiosas.
La familia es la
primera y fundamental “escuela de humanidad”. Es el fundamento de la sociedad. Realiza
tareas esenciales para el bien común. Ofrece un valioso apoyo en la educación
de los hijos, en la transmisión de los valores, en el vínculo entre las
generaciones, en el enriquecimiento de la vida espiritual. Este apoyo es
especialmente evidente en los casos de migración, de movilidad laboral y de
desastres. En ella se cultivan los hábitos de amor y cuidado de la vida, el
respeto a la dignidad de las personas en las diferentes circunstancias y la protección
a todas las criaturas. Es el lugar de formación integral y de madurez personal.
La familia cristiana es Iglesia doméstica, en donde se manifiesta con toda
claridad el amor de Dios.
Los Padres Sinodales señalaron que se mantienen firmemente
convencidos de que la familia es un regalo de Dios, el lugar donde se revela el
poder de su gracia salvadora.
El Sínodo expresó su gratitud a las familias que acogen,
educan, llenan de afecto y trasmiten la fe a sus hijos, de modo particular a
los más frágiles y marcados por la discapacidad.
No existe
fundamento alguno para igualar o establecer analogías, ni siquiera remotas,
entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la
familia.
2.- ¿QUÉ CAMBIÓ
EL SÍNODO?
El Sínodo pidió
acompañar a las familias en las situaciones concretas que están viviendo
La Iglesia hace
suyas las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de cada
familia. Mantenerse cerca como un compañero de camino significa discernir las
diferentes situaciones. Esto requiere que los sacerdotes estén específicamente
preparados para este acompañamiento.
Se necesita una
Pastoral adecuada para
una sociedad que se encuentra inmersa en un cambio antropológico y cultural que
es contrario a la familia. La Iglesia está llamada a reconocer y comprender, a
la luz del Evangelio, el mundo que vivimos, sus expectativas, sus anhelos y sus
características a menudo dramáticas:
- Una sociedad en la que las familias son menos apoyadas que en el pasado por las estructuras sociales.
- En el que el individualismo exagerado distorsiona los lazos familiares dando prioridad a la idea de un sujeto que se construye de acuerdo a sus propios deseos.
- En el que la dimensión religiosa se relega a la vida privada, limitando el testimonio y la misión de la familia.
- En el que la gente tiende a confiar todas las esperanzas en la búsqueda frenética del éxito social y la prosperidad económica.
- Un mundo en el que muchos jóvenes, a pesar del anhelo de familia, muestran resistencia a los compromisos definitivos.
- En donde el peso de políticas económicas y sociales injustas, incluso en sociedades prósperas, impacta gravemente en la manutención de los hijos y el cuidado de los enfermos y los ancianos.
- Una sociedad en la que la dependencia del alcohol, las drogas o el juego es muchas veces la expresión de estas contradicciones sociales y el malestar que produce en la vida de las familias.
- En donde la tasa de natalidad se reduce drásticamente por una mentalidad anticonceptiva y la práctica del aborto.
- En donde disminuyen los matrimonios y aumentan las uniones libres y los divorcios, en muchas ocasiones facilitados por las legislaciones civiles.
- En la que se promueve la ideología de "género" que niega la naturaleza, la diferencia y la reciprocidad del hombre y de la mujer.
- En donde las tensiones inducidas por una cultura de la posesión y disfrute genera, al interior de las familias, dinámicas de intolerancia y agresión.
- En donde los efectos negativos de un orden económico mundial injusto induce a formas de religiosidad expuestos al extremismo sectario y radical.
- En donde hay ambientes culturales hostiles al cristianismo.
- En donde la migración por motivos laborales, de persecución o guerra, afecta gravemente a las familias.
- En donde los estilos de vida egoístas vuelven frágiles las relaciones y la soledad es cada vez más una condición común.
- En donde el aumento de pobreza y la falta de empleo producen un sentimiento general de impotencia.
- En una sociedad en la que la corrupción socava a las instituciones afectando profundamente la confianza y la esperanza en el futuro.
- En donde se propaga una angustia emocional que a veces da lugar a la agresividad y la violencia.
- En donde los niños se convierten en objeto de discordia entre los padres y son las verdaderas víctimas de las laceraciones de la familia.
- En donde los derechos de los niños son descuidados en muchos sentidos: a veces son tratados como una mercancía, como mano de obra barata, utilizados en la guerra, sujetos a todo tipo de violencia física y psicológica, expuestos a la explotación sexual o abandonados en las calles.
- Una sociedad en la que la dignidad de la mujer todavía necesita ser defendida y promovida.
- En donde prevalece la pornografía, la comercialización del cuerpo, la prostitución y la explotación forzada.
- Una sociedad en la que, los avances de la biotecnología en el campo de la procreación humana, han permitido manipular el acto generativo de manera independiente de la relación sexual entre hombre y mujer. De esta manera la vida humana y la paternidad se han convertido en una realidad sujeta a los deseos de los individuos o parejas, no necesariamente heterosexuales.
El Desafío para la Iglesia es una acción
pastoral adecuada frente a esta realidad; rica en conocimiento de la
profundidad de la Escritura y la doctrina católica, pero, también, con las
herramientas adecuadas, con un conocimiento de la psicología de la familia, que
permita a los matrimonios y las familias madurar en la dimensión emocional y
espiritual a través de la promoción del diálogo, de la virtud y la confianza en
el amor misericordioso de Dios.
El Sínodo nos
recordó que la misericordia es el centro de la Revelación de Jesucristo.
Con el corazón
misericordioso de Jesús, la Pastoral debe acompañar al más frágil, al marcado
por las heridas; ayudar a restaurar la confianza y la esperanza.
3.- ¿QUÉ PIDIÓ EL SÍNODO A LA IGLESIA Y A LAS FAMILIAS?
Una Pastoral de
la familia debe tomar en cuenta la diversidad de situaciones concreta que
enfrenta.
La familia se constituye como
sujeto de la acción pastoral por el anuncio explícito del Evangelio: la solidaridad con los pobres, la apertura
a la diversidad de las personas, la protección de la creación, la solidaridad
moral y material a otras familias, especialmente a los más necesitados, el
compromiso con la promoción del bien común y la transformación de las estructuras
sociales injustas, y la práctica de las obras de misericordia corporales y
espirituales.
Una de las necesidades más urgentes es preservar
el vínculo entre las generaciones para la transmisión de la fe y los valores
fundamentales de la vida. La presencia de los abuelos en la familia merece una
atención especial; ellos son el
vínculo entre las generaciones, y aseguran la transmisión de las tradiciones y
costumbres, valores y virtudes, a los más jóvenes.
Los niños son una bendición de Dios. Ellos deben estar en primer lugar en
la vida familiar y social, y constituyen una prioridad para la acción pastoral
de la Iglesia.
También se
necesita una Pastoral específica para las familias de migrantes, tanto para los
que se van de su lugar de origen como para los que se quedan.
La enfermedad,
accidente o vejez tienen un impacto en toda la vida familiar. Esta experiencia
dolorosa requiere atención pastoral a través de la participación de la
comunidad cristiana. La eutanasia y el suicidio asistido son
serias amenazas para las familias de todo el mundo. Su práctica es legal en muchos
estados. La Iglesia, a la vez que
se opone firmemente a estas prácticas, se siente obligada a ayudar a las
familias que cuidan de sus miembros ancianos y enfermos, promoviendo la
dignidad y valor de la persona hasta el final natural.
La experiencia de
pérdida de uno de los miembros de la familia se vuelve especialmente
desgarradora cuando se trata de niños o jóvenes; estas familias deben recibir especial atención pastoral de la Iglesia.
La viudez es particularmente difícil para los que
vivieron la vida familiar como un regalo. Los que no pueden contar con la
presencia de la familia deben ser apoyados por la comunidad cristiana,
particularmente si se encuentran en situación de pobreza.
A los matrimonios que no pueden tener hijos hay
que ayudarlos a descubrir el plan de Dios para ellos al servicio de toda la
comunidad.
También se requiere una pastoral para las
familias en las que alguno de los miembros tiene tendencias homosexuales.
La participación de las mujeres en las
responsabilidades de la Iglesia y en la formación de los ministros ordenados
puede contribuir a su reconocimiento social.
Las personas con discapacidad constituyen para la
familia una oportunidad para crecer en el amor, en la ayuda mutua y en la
unidad. La Iglesia, familia de
Dios, debe ser hogar acogedor para las familias con personas con discapacidad.
La familia merece una especial atención por parte
de los responsables del bien común porque es la unidad básica de la sociedad; los
fuertes lazos de unión sustentan la convivencia humana, y la generación y educación
de sus hijos asegura la renovación y el futuro de la sociedad. Se necesitan políticas públicas adecuadas
para la vida familiar, como condición para un futuro armonioso y digno. Es
esencial que las familias cristianas interactúen con los ámbitos político,
económico y cultural con el fin de construir una sociedad más justa. Las
familias cristianas deben promover y defender la vida y la familia, la libertad
de enseñanza y la libertad religiosa, la armonización entre tiempo de trabajo y
el tiempo para la familia, la protección de las mujeres en el trabajo y la protección de la objeción de conciencia.
Hay que promover nuevas vías de formación de los
jóvenes para el matrimonio y acompañar a aquellos que viven en unión libre. La necesidad de un
acompañamiento pastoral continúa después de la celebración del sacramento. La parroquia es el lugar donde las
parejas experimentadas pueden ponerse a disposición de las más jóvenes.
Parece particularmente urgente un ministerio
dedicado a aquellos cuya relación matrimonial se ha roto. El drama de la
separación es muchas veces el final de largos años de conflicto. Los fieles
divorciados que se han vuelto a casar no están excomulgados, por lo que deben
integrarse en la comunidad de fieles en diferentes servicios, teniendo en
cuenta que, en la perspectiva de la fe, todos son amados por Dios y todos son
importantes para la actividad pastoral de la Iglesia. Respecto a la posibilidad
de que los divorciados vueltos a casar reciban la comunión, corresponderá al
obispo local hacer un discernimiento en cada caso.
La prevención y tratamiento en casos de violencia doméstica requieren una
estrecha cooperación con la justicia, actuar contra de los perpetradores y
proteger adecuadamente a las víctimas. Además,
es importante promover la protección de los niños contra el abuso sexual.
Con respecto a la tragedia del aborto, la Iglesia
establece el carácter sagrado e inviolable de la vida humana y se compromete
con hechos concretos a favor de ella. Gracias
a sus instituciones apoya a las mujeres embarazadas, ayuda a los niños
abandonados y está cerca de las que han sufrido aborto. A los que trabajan en centros de
salud, les recuerda la obligación moral de la objeción de conciencia. Del mismo modo, la Iglesia no sólo se
opone a la eutanasia y reclama la urgencia de hacer valer el derecho a morir de
forma natural, sino que también se ocupa de las personas mayores, protege a las
personas con discapacidad, ayudar a los enfermos terminales, consuela a los
moribundos, y rechaza firmemente la pena
de muerte.
Se necesita una renovación de la atención
pastoral a la luz del Evangelio de la familia y la enseñanza del Magisterio. Por lo tanto, se requiere una
formación más adecuada de los sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, catequistas
y otros agentes de pastoral, que fomente la integración de las familias de la
comunidad parroquial.
La Iglesia debe inculcar en las familias un sentido de pertenencia
eclesial, un sentido de “nosotros” en la que ningún miembro se ha olvidado. Todos
están invitados a desarrollar sus habilidades y hacer realidad el proyecto de
su vida al servicio del Reino de Dios.