1 de diciembre de 2015


¿QUÉ SUCEDIÓ EN EL SÍNODO DE LA FAMILIA?






En 2013 el Papa Francisco convocó al Sínodo de la Familia. Para la preparación del  mismo se enviaron a todas las Diócesis preguntas que ayudaron a analizar la situación actual de la familia. Con las respuestas de todo el mundo se elaboró el Instrumentum Laboris, que fue la base para los trabajos de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos (Sínodo Extraordinario de la Familia) realizado en octubre de 2014.

El Sínodo Extraordinario de la Familia se centró en “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización”. El documento final es la Relatio Synodi.

Con el fin de profundizar en la Relatio Synodi y preparar el Sínodo de la Familia se agregó una serie de preguntas y se envió a todas las Conferencias Episcopales y a la Unión de Superiores Generales. También se invitó a todo el Pueblo de Dios a participar en este proceso de análisis y reflexión.

El Sínodo de la Familia, que se llevó a cabo del 4 al 25 de octubre de este año,  despertó un gran interés no sólo en ambientes eclesiales, sino también por parte de los medios de comunicación y la sociedad civil. En él se analizaron tres grandes temas: La escucha de los desafíos que afronta la familia, el discernimiento de su vocación, y su misión en el mundo actual.

Participaron 74 Cardenales, 6 Patriarcas, 1 Arzobispo Mayor, 72 Arzobispos, 102 Obispos, 2 Párrocos y 13 religiosos. De ellos 54 eran de África, 64 de América, 36 de Asia, 107 de Europa y 9 de Oceanía. También participaron 18 matrimonios.

De México asistieron Mons. Alfonso Gerardo Miranda Guardiola, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Monterrey, el Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México, el Cardenal Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara, el Obispo Rodrigo Aguilar Martínez, Obispo de Tehuacán, el Arzobispo de Morelia Mons. Alberto Suárez Inda y el Obispo de Piedras Negras Monseñor Alonso Gerardo Garza Treviño.
El Sínodo fue inaugurado por el Papa Francisco el 4 de octubre de este año con una solemne Misa en la Basílica de San Pedro. En su mensaje dijo que “Éste es el sueño de Dios para su criatura predilecta: verla realizada en la unión de amor entre hombre y mujer; feliz en el camino común, fecunda en la donación recíproca”. También habló del drama de la soledad, del amor entre el hombre y la mujer exhortando “a superar toda forma de individualismo y de legalismo, que esconde un mezquino egoísmo y el miedo de aceptar el significado auténtico de la pareja y de la sexualidad humana en el plan de Dios”, y de la misión de la Iglesia de defender la verdad sobre la familia y la vida.
El segundo día, el Cardenal Peter Erdó, Arzobispo de Budapest (Hungría), dio el mensaje de Introducción a los trabajos del Sínodo, enumerando las razones por las que es importante defender la familia cristiana. El Cardenal Erdó señaló que la familia es la que ofrece realmente la posibilidad de desarrollo a la persona humana.
A partir del 6 de octubre los Padres Sinodales trabajaron en “Círculos Menores”. Son grupos pequeños de trabajo conformados por 20 personas y agrupados según idiomas: uno en alemán, 3 en español, 4 en inglés, 2 en italiano y 3 en francés. La primer semana se dedicó al tema de  “La escucha de los desafíos sobre la familia”, la segunda semana a “El discernimiento de la vocación familiar” y la tercer semana se reflexionó sobre “La misión de la familia hoy”.
Además del trabajo en los Círculos Menores había Congregaciones Generales en las que los participantes tenían tres minutos cada uno para compartir su aporte al Sínodo.

Primer semana: “La escucha de los desafíos de la familia”
En la primer semana del Sínodo los Padres Sinodales señalaron la “revolución cultural” que estamos viviendo y la necesidad de que la Iglesia acompañe con paciencia y humildad al pueblo de Dios para encontrar respuestas que le ayuden a vivir mejor la fe cristiana.
Indicaron que el individualismo y relativismo moral de la cultura moderna son contrarios a la convicción católica de que el hombre está hecho para la relación con los demás a imagen de Dios-Trinidad. La familia es más que la base de la unidad social, es la matriz de la persona humana.
Subrayaron que las catequesis del Papa Francisco en las audiencias generales han proporcionado una manera positiva y clara de hablar sobre la realidad de la familia. Destacaron el mensaje del Papa en el Encuentro Mundial de las Familias, realizado en Filadelfia del 22 al 27 de septiembre de 2015, quien señaló que “Dios entró al mundo por una familia y pudo hacerlo porque esa familia era una familia que tenía el corazón abierto al amor.”
Se indicó la importancia de los abuelos en la trasmisión de la fe.
Se habló del desafío de la migración y de la importancia de reconocer en la familia una gran comunidad que acoge y sostiene con su solidaridad a otras familias en dificultad. También se trató la situación desgarradora de las familias de los países en guerra como Irak y Siria.
Se señalaron los peligros de la ideología de género y la necesidad de una pastoral que permita comprender mejor la importancia del vínculo matrimonial. Los Padres Sinodales africanos denunciaron el intento de algunos países occidentales de condicionar la ayuda económica a cambio de la aceptación de legislaciones que van en contra de los valores del continente africano, como las relacionadas a las uniones homosexuales y el uso de anticonceptivos. Señalaron que la Iglesia en África no aceptará una “colonización ideológica” en estos temas.

Se habló del desafío que representa hoy la preparación al matrimonio, además del hecho de que en la cultura actual se ha roto la relación entre amor, sexualidad, matrimonio, familia y educación de los hijos.

Los Padres Sinodales pidieron no caer en posturas pesimistas. El Sínodo analiza los desafíos, pero también la esperanza que representa la familia, cómo ésta se involucra en la evangelización y cómo puede desarrollar el ministerio de ayudar a otras familias en dificultad.

Respecto del Instrumentum Laboris algunos señalaron que el texto destaca una problemática muy occidental y se pidió utilizar un lenguaje más sencillo. Se recordó que es sólo un instrumento de trabajo del que saldrá un documento nuevo.

Segunda semana: “El discernimiento de la vocación familiar”
Durante la segunda semana del Sínodo los temas se centraron  en la unidad y la indisolubilidad del matrimonio, la preparación al sacramento y cómo acompañar a las parejas en crisis.
Se propuso hacer un esfuerzo mayor para mostrar la belleza del amor para siempre y buscar nuevos caminos para preservar los valores de la familia; los valores que se viven en familia se van extendiendo y se convierten en valores de la comunidad. Pero, si la familia está enferma, la sociedad se enferma, así que hay que buscar las soluciones más adecuadas para protegerla. 

Se señaló la importancia de infundir en las familias la valentía que necesitan para no rendirse ante las dificultades. Pero también de impulsar y promover la protección que necesitan, especialmente cuando se encuentran vulnerables.

Varias participaciones  hicieron hincapié en que la Iglesia debe trasmitir que la sexualidad no es un camino de pecado sino de amor cuando se integra en el compromiso del matrimonio. Se señaló que es necesario que los padres la expliquen a sus hijos mostrando su aspecto positivo.

Algunas intervenciones denunciaron el “martirio silencioso” que sufren las víctimas de abuso sexual, el incesto y la violencia al interior de muchas familias constatando los terribles efectos de la mala educación sexual y la influencia de los medios de comunicación.


La realidad de los niños abandonados y de las madres solteras plantea un desafío para las instituciones en todos los niveles.

Se subrayó la necesidad de profundizar en la Encíclica Humanae Vitae y la paternidad responsable.

Se insistió en la importancia de la preparación al matrimonio y en un acompañamiento personal y cercano. En la necesidad de un plan pastoral para preparar al matrimonio a las parejas que ya conviven establemente, así como para aquellos jóvenes que han perdido la credibilidad en un amor para siempre. Una pastoral que les muestre que casarse para toda la vida no limita la existencia sino que la hace más rica y plena.

Otras intervenciones han hablado de cómo acompañar a los matrimonios en crisis y que están en riesgo de separación, y de si los divorciados vueltos a casar pueden recibir la comunión en algunas circunstancias extraordinarias.

También se ha señalado la necesidad de utilizar un lenguaje más sencillo y accesible. Un lenguaje de la calidez y el amor basado en la misericordia.

Se insistió en que, tanto para llamar a los jóvenes a prepararse en la fidelidad y el amor, como para acompañar a las familias en las diferentes circunstancias y que no se sientan abandonadas por la Iglesia, es necesario dar un salto cualitativo en la pastoral familiar.


Tercer semana: “La misión de la familia hoy”.

En esta semana los Padres Sinodales analizaron la tercera parte del Instrumentum Laboris que trata de la situación de las familias irregulares, de la admisión a la comunión de los divorciados que se han vuelto a casar, del acompañamiento de las personas homosexuales y de la paternidad responsable.

Hay muchas familias que se sienten alejadas de la ideal: familias divididas, familias monoparentales, familias en las que nunca hubo matrimonio. No se puede pensar en descartarlas; es necesario buscar los caminos que las acerquen a Dios.   

Respecto a los divorciados y vueltos a casar civilmente hubo un acuerdo general en que se necesita proporcionar un acompañamiento pastoral más eficaz. Se tienen que dar muestras de que se ha escuchado el “grito” de tanta gente que sufre y pide participar lo más plenamente posible en la vida de la Iglesia.

La condición de las personas homosexuales se enfocó sobre todo desde la perspectiva del contexto familiar. Se insistió en que es un tema que se debe abordar como pastores que buscan comprender la realidad de la vida de las personas. Se pidió que el documento final del Sínodo incluyese una afirmación clara de la enseñanza de la Iglesia de que las uniones del mismo sexo no son en modo alguno equivalentes al matrimonio

Se señaló que el tema de la paternidad responsable es de gran importancia para el respeto a la dignidad de la persona y de la vida.

Los Padres Sinodales concluyeron que: ''El tema de la misericordia ha atravesado el Sínodo, interpelando nuestro ministerio pastoral, conscientes de que el misterio de la Encarnación expresa con plenitud la voluntad salvífica de Dios. Esta determinación divina ha sido confiada también a nuestra misión y a los medios sacramentales que encuentran su adecuada hermenéutica en el significado de ser llamamiento a la conversión, apoyo, medicina, socorro para nuestra salvación''.

El jueves de la tercera semana se eligieron a 12 obispos del Sínodo que, junto con otras tres personas, constituyeron el “Consejo”, que tiene entre sus funciones asegurar que se pongan en práctica las conclusiones del Sínodo. Ese día se entregó, a todos los asistentes, el documento para su revisión, y el sábado se realizó la votación para su aprobación. Según el reglamento del Sínodo, las propuestas son aprobadas si consiguen dos terceras partes de los votos, o rechazadas si así se decide por mayoría absoluta.
El Documento Final (Relatio Synodi), aprobado por unanimidad, fue entregado al Papa Francisco con la petición de los Padres Sinodales de considerar la posibilidad de que emita un documento sobre la familia.
El sábado 24 de octubre el Papa dio un mensaje final a los participantes. 
El Sínodo de la Familia concluyó el 25 de octubre con una misa solemne en la Basílica de San Pedro que presidió el Papa Francisco.




CONCLUSIONES DE MANERA GENERAL:

1.- ¿QUÉ PERMANECIÓ?

El Sínodo de la Familia reafirmó la doctrina sobre la fidelidad e indisolubilidad del matrimonio y la apertura a la vida.

La familia es imagen de la Santísima Trinidad: comunión de Personas y un Misterio del que proviene todo amor verdadero. La irrevocable fidelidad de Dios a la alianza es el fundamento de la indisolubilidad del matrimonio.

El objetivo de la vida conyugal no es vivir juntos, sino amarse para siempre. El amor requiere la fiabilidad de una promesa de continuidad, en las buenas y en las malas, de una reciprocidad en el tiempo. El Señor une los corazones de dos personas que se aman y los une en una alianza que permanece. El amor completo y profundo entre los cónyuges no se basa sólo en las capacidades humanas; Dios sostiene esta alianza con la fuerza de su Espíritu.
El Sínodo agradeció al Señor por la generosa fidelidad con la que tantas familias cristianas responden a su vocación y misión, incluso ante los obstáculos, las incomprensiones y los sufrimientos. Ellas hacen creíble la belleza del matrimonio indisoluble y fiel para siempre.

El Creador ha hecho partícipes al hombre y a la mujer en su obra de su creación y al mismo tiempo los ha hecho instrumentos de su amor, confiándoles a su responsabilidad el futuro de la humanidad a través de la transmisión de la vida humana. La apertura a la vida es exigencia intrínseca del amor conyugal.
El ejemplo de Jesús es paradigmático para la Iglesia. El Hijo de Dios vino al mundo en una familia. Y pudo hacerlo porque era una familia que tenía un corazón abierto al amor, una familia que tenía las puertas abiertas.
A pesar de la crisis de la institución familiar en diversos contextos, el deseo de la familia permanece en los jóvenes, más allá de fronteras culturales y religiosas.
La familia es la primera y fundamental “escuela de humanidad”.  Es el fundamento de la sociedad. Realiza tareas esenciales para el bien común. Ofrece un valioso apoyo en la educación de los hijos, en la transmisión de los valores, en el vínculo entre las generaciones, en el enriquecimiento de la vida espiritual. Este apoyo es especialmente evidente en los casos de migración, de movilidad laboral y de desastres. En ella se cultivan los hábitos de amor y cuidado de la vida, el respeto a la dignidad de las personas en las diferentes circunstancias y la protección a todas las criaturas. Es el lugar de formación integral y de madurez personal. La familia cristiana es Iglesia doméstica, en donde se manifiesta con toda claridad el amor de Dios.  
Los Padres Sinodales señalaron que se mantienen firmemente convencidos de que la familia es un regalo de Dios, el lugar donde se revela el poder de su gracia salvadora.
El Sínodo expresó su gratitud a las familias que acogen, educan, llenan de afecto y trasmiten la fe a sus hijos, de modo particular a los más frágiles y marcados por la discapacidad.
No existe fundamento alguno para igualar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia.

2.- ¿QUÉ CAMBIÓ EL SÍNODO?
El Sínodo pidió acompañar a las familias en las situaciones concretas que están viviendo
La Iglesia hace suyas las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de cada familia. Mantenerse cerca como un compañero de camino significa discernir las diferentes situaciones. Esto requiere que los sacerdotes estén específicamente preparados para este acompañamiento.
Se necesita una Pastoral adecuada para una sociedad que se encuentra inmersa en un cambio antropológico y cultural que es contrario a la familia. La Iglesia está llamada a reconocer y comprender, a la luz del Evangelio, el mundo que vivimos, sus expectativas, sus anhelos y sus características a menudo dramáticas:
  • Una sociedad en la que las familias son menos apoyadas que en el pasado por las estructuras sociales.
  • En el que el individualismo exagerado distorsiona los lazos familiares dando prioridad a la idea de un sujeto que se construye de acuerdo a sus propios deseos.
  • En el que la dimensión religiosa se relega a la vida privada, limitando el testimonio y la misión de la familia.
  • En el que la gente tiende a confiar todas las esperanzas en la búsqueda frenética del éxito social y la prosperidad económica.
  • Un mundo en el que muchos jóvenes, a pesar del anhelo de familia, muestran resistencia a los compromisos definitivos.
  • En donde el peso de políticas económicas y sociales injustas, incluso en sociedades prósperas, impacta gravemente en la manutención de los hijos y el cuidado de los enfermos y los ancianos.
  • Una sociedad en la que la dependencia del alcohol, las drogas o el juego es muchas veces la expresión de estas contradicciones sociales y el malestar que produce en la vida de las familias.
  • En donde la tasa de natalidad se reduce drásticamente por una mentalidad anticonceptiva y la práctica del aborto.
  • En donde disminuyen los matrimonios y aumentan las uniones libres y los divorcios, en muchas ocasiones facilitados por las legislaciones civiles.
  • En la que se promueve la ideología de "género" que niega la naturaleza, la diferencia y la reciprocidad del hombre y de la mujer. 
  •  En donde las tensiones inducidas por una cultura de la posesión y disfrute genera,  al interior de las familias, dinámicas de intolerancia y agresión.
  • En donde los efectos negativos de un orden económico mundial injusto induce a formas de religiosidad expuestos al extremismo sectario y radical.
  • En donde hay ambientes culturales hostiles al cristianismo.
  • En donde la migración por motivos laborales, de persecución o guerra, afecta gravemente a las familias.
  • En donde los estilos de vida egoístas vuelven frágiles las relaciones y la soledad es cada vez más una condición común.
  • En donde el aumento de pobreza y la falta de empleo producen un sentimiento general de impotencia.
  • En una sociedad en la que la corrupción socava a las instituciones afectando profundamente la confianza  y la esperanza en el futuro.
  • En donde se propaga una angustia emocional que a veces da lugar a la agresividad y la violencia.
  • En donde los niños se convierten en objeto de discordia entre los padres y son las verdaderas víctimas de las laceraciones de la familia.
  • En donde los derechos de los niños son descuidados en muchos sentidos: a veces son tratados como una mercancía, como mano de obra barata, utilizados en la guerra, sujetos a todo tipo de violencia física y psicológica, expuestos a la explotación sexual o abandonados en las calles.
  • Una sociedad en la que la dignidad de la mujer todavía necesita ser defendida y promovida.
  • En donde prevalece la pornografía, la comercialización del cuerpo, la prostitución y la explotación forzada.
  • Una sociedad en la que, los avances de la biotecnología en el campo de la procreación humana, han permitido manipular el acto generativo de manera independiente de la relación sexual entre hombre y mujer. De esta manera la vida humana y la paternidad se han convertido en una realidad sujeta a los deseos de los individuos o parejas, no necesariamente heterosexuales. 
El Desafío para la Iglesia es una acción pastoral adecuada frente a esta realidad; rica en conocimiento de la profundidad de la Escritura y la doctrina católica, pero, también, con las herramientas adecuadas, con un conocimiento de la psicología de la familia, que permita a los matrimonios y las familias madurar en la dimensión emocional y espiritual a través de la promoción del diálogo, de la virtud y la confianza en el amor misericordioso de Dios.
El Sínodo nos recordó que la misericordia es el centro de la Revelación de Jesucristo.  
Con el corazón misericordioso de Jesús, la Pastoral debe acompañar al más frágil, al marcado por las heridas; ayudar a restaurar la confianza y la esperanza.

3.- ¿QUÉ PIDIÓ EL SÍNODO A LA IGLESIA Y A LAS FAMILIAS?
Una Pastoral de la familia debe tomar en cuenta la diversidad de situaciones concreta que enfrenta.
La familia se constituye como sujeto de la acción pastoral por el anuncio explícito del Evangelio: la solidaridad con los pobres, la apertura a la diversidad de las personas, la protección de la creación, la solidaridad moral y material a otras familias, especialmente a los más necesitados, el compromiso con la promoción del bien común y la transformación de las estructuras sociales injustas, y la práctica de las obras de misericordia corporales y espirituales.
Una de las necesidades más urgentes es preservar el vínculo entre las generaciones para la transmisión de la fe y los valores fundamentales de la vida. La presencia de los abuelos en la familia merece una atención especial; ellos son el vínculo entre las generaciones, y aseguran la transmisión de las tradiciones y costumbres, valores y virtudes, a los más jóvenes.

Los niños son una bendición de Dios. Ellos deben estar en primer lugar en la vida familiar y social, y constituyen una prioridad para la acción pastoral de la Iglesia.

También se necesita una Pastoral específica para las familias de migrantes, tanto para los que se van de su lugar de origen como para los que se quedan.

La enfermedad, accidente o vejez tienen un impacto en toda la vida familiar. Esta experiencia dolorosa requiere atención pastoral a través de la participación de la comunidad cristiana. La eutanasia y el suicidio asistido son serias amenazas para las familias de todo el mundo. Su práctica es legal en muchos estados. La Iglesia, a la vez que se opone firmemente a estas prácticas, se siente obligada a ayudar a las familias que cuidan de sus miembros ancianos y enfermos, promoviendo la dignidad y valor de la persona hasta el final natural. 

La experiencia de pérdida de uno de los miembros de la familia se vuelve especialmente desgarradora cuando se trata de niños o jóvenes; estas familias deben recibir especial atención pastoral de la Iglesia.

La viudez es particularmente difícil para los que vivieron la vida familiar como un regalo. Los que no pueden contar con la presencia de la familia deben ser apoyados por la comunidad cristiana, particularmente si se encuentran en situación de pobreza.

A los matrimonios que no pueden tener hijos hay que ayudarlos a descubrir el plan de Dios para ellos al servicio de toda la comunidad.

También se requiere una pastoral para las familias en las que alguno de los miembros tiene tendencias homosexuales.

La participación de las mujeres en las responsabilidades de la Iglesia y en la formación de los ministros ordenados puede contribuir a su reconocimiento social.

Las personas con discapacidad constituyen para la familia una oportunidad para crecer en el amor, en la ayuda mutua y en la unidad. La Iglesia, familia de Dios, debe ser hogar acogedor para las familias con personas con discapacidad.

La familia merece una especial atención por parte de los responsables del bien común porque es la unidad básica de la sociedad; los fuertes lazos de unión sustentan la convivencia humana, y la generación y educación de sus hijos asegura la renovación y el futuro de la sociedad. Se necesitan políticas públicas adecuadas para la vida familiar, como condición para un futuro armonioso y digno. Es esencial que las familias cristianas interactúen con los ámbitos político, económico y cultural con el fin de construir una sociedad más justa. Las familias cristianas deben promover y defender la vida y la familia, la libertad de enseñanza y la libertad religiosa, la armonización entre tiempo de trabajo y el tiempo para la familia, la protección de las mujeres en el trabajo y  la protección de la objeción de conciencia.

Hay que promover nuevas vías de formación de los jóvenes para el matrimonio y acompañar a aquellos que viven en unión libre. La necesidad de un acompañamiento pastoral continúa después de la celebración del sacramento. La parroquia es el lugar donde las parejas experimentadas pueden ponerse a disposición de las más jóvenes.

Parece particularmente urgente un ministerio dedicado a aquellos cuya relación matrimonial se ha roto. El drama de la separación es muchas veces el final de largos años de conflicto. Los fieles divorciados que se han vuelto a casar no están excomulgados, por lo que deben integrarse en la comunidad de fieles en diferentes servicios, teniendo en cuenta que, en la perspectiva de la fe, todos son amados por Dios y todos son importantes para la actividad pastoral de la Iglesia. Respecto a la posibilidad de que los divorciados vueltos a casar reciban la comunión, corresponderá al obispo local hacer un discernimiento en cada caso.

La prevención y tratamiento en casos de violencia doméstica requieren una estrecha cooperación con la justicia, actuar contra de los perpetradores y proteger adecuadamente a las víctimas. Además, es importante promover la protección de los niños contra el abuso sexual. 

Con respecto a la tragedia del aborto, la Iglesia establece el carácter sagrado e inviolable de la vida humana y se compromete con hechos concretos a favor de ella. Gracias a sus instituciones apoya a las mujeres embarazadas, ayuda a los niños abandonados y está cerca de las que han sufrido aborto. A los que trabajan en centros de salud, les recuerda la obligación moral de la objeción de conciencia. Del mismo modo, la Iglesia no sólo se opone a la eutanasia y reclama la urgencia de hacer valer el derecho a morir de forma natural, sino que también se ocupa de las personas mayores, protege a las personas con discapacidad, ayudar a los enfermos terminales, consuela a los moribundos,  y rechaza firmemente la pena de muerte.

Se necesita una renovación de la atención pastoral a la luz del Evangelio de la familia y la enseñanza del Magisterio. Por lo tanto, se requiere una formación más adecuada de los sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, catequistas y otros agentes de pastoral, que fomente la integración de las familias de la comunidad parroquial.

La Iglesia debe inculcar en las familias un sentido de pertenencia eclesial, un sentido de “nosotros” en la que ningún miembro se ha olvidado. Todos están invitados a desarrollar sus habilidades y hacer realidad el proyecto de su vida al servicio del Reino de Dios.